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Agricultura inteligente en España en 2025

Desafíos en la adopción tecnológica en el entorno rural

Inversión, conectividad y capacitación: los tres pilares clave

En 2025, la agricultura española vive un punto de inflexión marcado por la incorporación de la Inteligencia Artificial y las técnicas de agricultura de precisión. Gracias a estas soluciones, es posible optimizar el uso del agua, fertilizantes y energía mientras se reducen los impactos ambientales y se incrementa la productividad de los cultivos.

En este artículo, repasaremos ejemplos destacados de aplicación de estas tecnologías que han generado beneficios concretos en viñedos, cereales y huertos mediterráneos. También examinaremos los principales obstáculos que afrontan los agricultores al integrar nuevas herramientas (desde la inversión inicial hasta la capacitación), y presentaremos una perspectiva de futuro con la que España podría tener el potencial de marcarse como referente en innovación agroalimentaria.

Panorama actual de la agricultura de precisión en España

En 2025, la agricultura de precisión forma parte de la rutina de los productores españoles. Hoy en día, podemos encontrar soluciones de todo tipo: sensores situados junto a las raíces, drones que escanean las parcelas y mapas geoespaciales detallados proporcionan datos precisos sobre humedad, nutrientes y plagas en tiempo real. Gracias a esta información, se optimizan los recursos y aumentan los rendimientos respecto a los métodos tradicionales, que están basados en estimaciones humanas. Si bien no todas las explotaciones del país cuentan con implementaciones inteligentes, la creciente expansión de los últimos años refleja un interés común por los agricultores españoles por disponer de herramientas que les faciliten el trabajo y les permitan maximizar el rendimiento de sus cultivos.

Impacto económico y sostenibilidad

Un estudio de PwC para la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla) vaticina que, si esta forma de trabajar llegara a todas las explotaciones, España podría sumar más de 54.000 millones de euros al valor de su producción antes de 2050. Este crecimiento se atribuiría, principalmente, a la mejora en la gestión de recursos naturales, la reducción de costes y al aumento de la rentabilidad de las explotaciones.

Casos de éxito en la implementación de Inteligencia Artificial en el sector agrícola

Por suerte, en España ya contamos con casos de éxito que demuestran la eficacia y potencial de futuro en lo que a integración de Inteligencia Artificial en el sector se refiere, además de servir de empujón a otras compañías que muestren interés en este cambio, pero todavía no se hayan atrevido a dar el paso.

En La Rioja, el proyecto SpectralGeo hace uso de la IA para analizar imágenes satelitales e información registrada por drones especializados para obtener detalles sobre el estado general de los cultivos, y alertar sobre posibles brotes de plagas en sus más de 65.000 hectáreas de viñedo. Gracias a este aviso, que suele darse antes de que los humanos nos percatemos de los síntomas que muestran los cultivos, los viticultores pueden ajustar tratamientos y evitar pérdidas severas.

Por otro lado, contamos con proyectos como AGRISIME, desarrollado por AINIA e IVACE, que facilita a pequeños y medianos agricultos el acceso a kits de monitoreo asequibles, promoviendo la adopción de la agricultura de precisión.

Apoyo institucional y formación

El respaldo institucional no se ha hecho esperar. La Junta de Castilla y León ya ha invertido cerca de 26 millones de euros para llevar estas herramientas 4.0 a gran parte de las explotaciones agroalimentarias de la región. Por otro lado, se celebran eventos periódicos como la Feria Tecnológica del Camp d’Elx que acercan demostraciones prácticas al sector, fomentando la modernización del mismo. Así, la cooperación público-privada refuerza un modelo agrícola más rentable y comprometido con el entorno.

Innovaciones tecnológicas y sostenibilidad

Entre el conjunto de aplicaciones que han demostrado su eficacia en los últimos años tenemos soluciones como los sistemas de riego inteligentes, que gestionan el agua destinada a la agricultura de una forma mucho más efectiva. En el CES de 2025, una startup agrícola presentó Rocket 2.0, cuyo proyecto hace uso de la Inteligencia Artificial junto a sensores de humedad y predicciones meteorológicas para ajustar el riego en tiempo real. En la práctica, la correcta implementación y uso de este sistema ha ayudado a los agricultos que han dado el paso a reducir hasta un 30% el consumo de agua, sin comprometer con ello a los rendimientos de su tierra. Al estar basada en datos, esta solución sustituye a los temporizadores estáticos tradicionales, y logra optimizar cada gota según las necesidades exactas del cultivo y las condiciones del suelo y del clima.

Por otra parte, se ha hecho más frecuente en España y parte de Europa el uso de drones equipados con cámaras multiespectrales y sensores remotos con el fin de monitorizar la salud de los cultivos. Estos dispositivos sobrevuelan las parcelas recogiendo datos sobre estrés hídrico, deficiencias nutricionales y presencia de enfermedades, facilitando la detección de problemas semanas antes de que los cultimos muestren sus primeros síntomas de afección.

Al frente de la innovación sostenible, Agrosemillas ha desarrollado cubiertas vegetales diseñadas para capturar CO? y aumentar la retención de agua en los suelos. Estas plantaciones de cobertura consiguen, según estudios de la propia empresa, incrementar el contenido de materia orgánica y disminuir la evaporación superficial hasta en un 20%. Además, contribuyen a mejorar la estructura del suelo y a mantener la biodiversidad, al servir de hábitat para insectos beneficiosos, consolidando un modelo agronómico más respetuoso con el entorno.

Desafíos en la adopción de tecnologías avanzadas

En 2025, superar la brecha digital se ha convertido en condición imprescindible para que la agricultura de precisión llegue a cada rincón de España. Aunque España Digital 2025 persigue que el 100% de la población disponga de cobertura de un mínimo de 100 Mbps y que hasta el 80% adquiera competencias digitales básicas, existen regiones rurales que siguen arrastrando conexiones inestables y carencias formativas. Muchos agricultores, especialmente aquellos mayores de 50 años, tienen dificultades para manejar plataformas de análisis de datos y prefieren los procesos tradicionales, a pesar de sus posibles inconvenientes.

El segundo obstáculo reside en los costes de arranque. Un sistema de sensores básicos puede suponer una inversión de entre 500 y 1.000 euros por hectárea, sin contar la inversión en drones o estaciones meteorológicas, lo que escapa al presupuesto de pequeñas explotaciones familiares. Para paliarlo, la Unión Europea y el Ministerio de Agricultura ofrecen ayudas a través de los fondos del segundo pilar de la PAC y programas de digitalización rural, aunque el acceso a estas líneas exige trámites administrativos complejos y plazos de espera que suelen prolongarse en el tiempo.

También debemos tener presente la adaptación normativa, que añade otra capa de complejidad. Los agricultores deben cumplir con el RGPD al gestionar datos de trazabilidad, respetar las licencias de vuelo de drones y ajustar sus prácticas a los requisitos de la futura Ley de Desarrollo de la Nube y la IA de la Unión Europea. Estas exigencias obligan a las explotaciones a incorporar asesoría legal o tecnológica, lo que incrementa los costes y frena la adopción masiva de soluciones avanzadas.

Perspectivas futuras y oportunidades en España

En los próximos años, se espera que la agricultura de precisión se expanda por Navarra y gran parte de la Comunidad Valenciana. En 2025 ha arrancado el primer “sandbox” regulatorio agrifood, respaldado por el Gobierno de Navarra y el Ministerio de Ciencia, que permite probar en condiciones reales sistemas de trazabilidad y monitorización avanzada sin las complicaciones normativas habituales. Por otro lado, la Comunidad Valenciana impulsa la economía circular en el campo, y la adopción de prácticas de agricultura regenerativa y plataformas digitales de gestión de residuos ha permitido reducir hasta un 20% el uso de fertilizantes y agua en cultivos clave del territorio valenciano.

El sector agroalimentario evoluciona hacia modelos que integran la Inteligencia Artificial para la predicción climática con sensores de campo y drones conectados a plataformas en la nube. Estas soluciones aplican analítica avanzada para detectar, con semanas de antelación, situaciones de estrés hídrico o posibles brotes de enfermedades. Si se mantiene esta tendencia, se estima que el mercado europeo de agricultura de precisión crecerá a un ritmo anual cercano al 12%, impulsado por estas arquitecturas digitales que combinan datos y operativa en campo.


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