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Percepción ciudadana de la Inteligencia Artificial en Europa

¿Confianza o recelo? El pulso ciudadano ante el avance de la IA

Factores que influyen en la confianza pública: transparencia, privacidad y utilidad

En un momento en que la Inteligencia Artificial avanza en ámbitos tan diversos como la sanidad, la educación y el empleo, resulta fundamental conocer cómo la ciudadanía valora esta evolución. En España y Europa, la aceptación de la IA convive con inquietudes sobre privacidad y necesidad de transparencia.

Nuestro artículo tiene como objetivo revisar los niveles de confianza y uso de la IA en el continente europeo, explorar las principales expectativas y temores de los ciudadanos, analizar las demandas de regulación, y exponer nuestra ideología acerca de cómo alinear el desarrollo de la Inteligencia Artificial con los valores sociales.

Panorama general de la percepción ciudadana sobre la IA en España y Europa

En España, la aceptación de la IA se sitúa ligeramente por encima de la media europea. Según las encuestas llevadas a cabo por el Eurobarómetro, un 60% de los españoles considera que la Inteligencia Artificial impactará positivamente su vida en los próximos años, frente al 55% que registra el promedio de la UE. Sin embargo, solo la mitad de los ciudadanos españoles confía plenamente en las decisiones tomadas por sistemas inteligentes, un nivel algo inferior al 62 % de la media europea que expresa confianza en la tecnología digital.

El uso práctico de la IA en la vida cotidiana también muestra variaciones: cerca del 40 % de los hogares españoles afirma interactuar con asistentes virtuales o chatbots al menos una vez al mes, mientras que en otros países de la Unión Europea las cifras se mueven entre el 35% y 50% del total de la población. Estos datos nos muestran que, aunque la población valora la llegada de la IA, existen reservas sobre su fiabilidad y se mantiene cierta cautela en el uso del día a día.

Preocupaciones comunes y expectativas sociales

La llegada de la IA al ámbito laboral genera una gran inquietud, y es que dos de cada tres trabajadores en Europa piensan que la automatización podría reducir el número de puestos de trabajo, aun reconociendo que estas herramientas alivian tareas monótonas. A la par, la gestión de datos personales despierta recelos, y los ciudadanos europeos exigen garantías estrictas para evitar usos indebidos, especialmente en procesos tan sensibles como la selección de personal o la evaluación de desempeño. La propagación de desinformación también está presente dentro de las preocupaciones más comunes: más del 85% de la población cree que la Inteligencia Artificial facilita la creación de noticias falsas, mientras que apenas la mitad confía en la capacidad de estas tecnologías para frenarlas.

Frente a estos temores, existe un gran respaldo al potencial de la IA para afrontar otros desafíos globales. La mitad de los europeos ve en ella una especie de catalizador para avances en la lucha contra el cambio climático y el desarrollo de nuevos tratamientos médicos. En el ámbito educativo, el Consejo de Europa subraya cómo los sistemas de aprendizaje personalizado pueden adaptar contenidos y ritmos de estudio a cada alumno, mejorando la motivación y la inclusión. Lo que sí es cierto, es que Europa está en camino de equilibrar la innovación tecnológica con marcos de transparencia y responsabilidad que aseguren beneficios reales para la sociedad, avanzando con cautela y priorizando nuestros derechos como humanos.

Demandas ciudadanas en materia de regulación y transparencia

La europeos reclaman con fuerza normas claras que protejan la privacidad y exijan transparencia en cada fase del desarrollo de la IA. En España, este clamor ha motivado un proyecto de ley que impondrá sanciones de hasta 35 millones de euros o el 7% de la facturación global a quienes no identifiquen debidamente el contenido generado por Inteligencia Artificial, alineándose con el AI Act europeo y reforzando la obligación de informar al usuario sobre el origen de los datos.

El respaldo ciudadano ejerce presión sobre los responsables políticos para equilibrar el progreso e innovación con mecanismos que eviten sesgos y salvaguarden derechos fundamentales. El camino planteado se fundamenta en las buenas prácticas, auditorías independientes y canales de reclamación accesibles a todas las personas, de manera que la IA avance bajo los principios de ética y confianza que exige la sociedad.

Diferencias generacionales y sociodemográficas en la percepción de la IA

Parecen ser los jóvenes los que abrazan la Inteligencia Artificial con mayor entusiasmo: dos tercios de este sector demográfico confía en que la tecnología mejorará sus vidas durante las próximas dos décadas. Sin embargo, el nivel de esperanza disminuye al avanzar la edad, ya que al menos la mitad de los adultos mayores a 50 años expresa preocupación por posibles efectos negativos.

La formación académica también marca diferencias claras, ya que aquellos con formación superior tienden a ver la IA como una oportunidad para impulsar la investigación y la innovación. En contraste, las personas con una educación básica son las que muestran mayores reservas, citando el riesgo de pérdida de empleo y las dificultades para adaptarse a herramientas complejas.

El grado de confianza también varía en función del nivel socioeconómico de la población. En torno al 72 % de los ciudadanos de clases altas se muestra favorable a la IA, mientras que las dudas sobre el acceso equitativo y el impacto en el mercado laboral aumenta entre los grupos de rentas medias y bajas. Estas diferencias no son más que un reflejo de la necesidad de políticas de alfabetización digital y formación continua que acerquen la Inteligencia Artificial a todos los perfiles y reduzcan la brecha entre generaciones y estratos sociales.

Implicaciones para un desarrollo ético y sostenible de la IA

La Comisión Europea está ultimando su AI Act, y prepara un Código de Prácticas que detalle obligaciones de transparencia y responsabilidad antes de agosto de este mismo año. Además, debemos tener en cuenta que el temor a lo desconocido es algo natural, e impulsa la demanda de supervisión pública y auditorías independientes, sin olvidar que la población debe poder participar en canales de reclamación accesibles para todos.

Con el objetivo de alinear la tecnología con las expectativas de la sociedad, consideramos de gran importancia la integración de ciertos estándares sobre los que operar, como son:

  • Cocrear las normas en foros y convenciones donde los usuarios, expertos y autoridades dialoguen sobre estándares de IA, siguiendo el ejemplo de BIOSPAIN en el sector sanitario.
  • Integrar la ética desde el diseño, aplicando marcos como FUTURE-AI y evaluaciones continuas de sesgo y equidad en todo el ciclo de vida del proyecto.
  • Practicar la transparencia activa, publicando datos de entrenamiento y métricas de rendimiento en portales accesibles que permitan una verificación independiente.
  • Fomentar la alfabetización digital, mediante programas de formación que acerquen a profesionales y ciudadanos al manejo e implicaciones a futuro de la IA.

La población al completo debe de poder confiar en la Inteligencia Artificial, y para ello es necesario construir un marco que combine la eficacia tecnológica con el respeto a la privacidad, la justicia, y los valores compartidos por la sociedad.


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